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C. Pavel Malfoy

Decían por ahí que el peor frío de Invierno era en Enero, y vaya que no se equivocaron.  Los gritos de Lacerta Selwyn se escucharon por cada rincón del pasillo de San Mungo, era precisamente el 19 de Enero de 2055 cuando Hydrus Malfoy recibía la noticia que su primer hijo sería varón, no se podía evitar la felicidad ante aquella noticia. Un alivió sintió la matriarca de la familia al tener a su varón en brazos, los ojos azules del pequeño Cepheus Pavel brillaban hipnotizados.

No se ponía en duda las atenciones que Pavel recibía apenas entro por el umbral de la casa, fue justo en su cumpleaños número seis, se encontraba sentado en la barra de la cocina, mirando como los elfos domésticos movían de un lado a otro los platillos favoritos de Pavel. Era tanta la emoción de su cumpleaños que sus brazos imitaban el movimiento de los brazos de los elfos, cuando el pastel de almendras iniciaba a levitar con torpeza.

La emoción de los Malfoy era imposible de esconder aquél día, su hijo había realizado su primera muestra de magia y ni que decir cuando la tan esperada carta del Colegio de Hogwarts llego. No cabía duda que Hydrus tenía planeado un gran futuro para su primer varón y Pavel no era quien para impedirlo. Desde pequeño siempre vio a su padre con orgullo y deseando ser idéntico a él, no había duda que en lo físico eran iguales.

La cara de disgusto de Pavel fue difícil de ocultar, había recordado mientras caminaba hacía el caldero como sería el proceso de selección y una vez que quedo frente a este, suspiro y metió la mano a su interior. La mordida de la serpiente fue demasiado obvio y esperado para el joven Malfoy, Slytherin fue la casa que le recibió durante los siete años de curso, era un Malfoy y en su sangre no cabía para ser una desgracia y vergüenza para su familia. Pavel fue de esas personas que siempre tenían que destacar en todo, no había un momento donde demostraba su competitividad ante todos e incluso con sus amigos, nadie podía ser mejor que Pavel Malfoy. Como todo Malfoy era experto en relacionarse y en tener distintas mascaras para cada situación y persona, pero con su circulo de amigos era alguien que podían confiar ciegamente. Desde pequeño le gustaba el Quidditch y cuando la oportunidad se presento para ser Golpeador de su casa, se inscribió y vaya que fue un gran jugador. En su Quinto año fue nombrado Prefecto de Slytherin, no había duda que las calificaciones y el esmero de Pavel tenía que ser honorado con aquella insignia dorada. Su materia favorita era Pociones y Defensas Contra las Artes Oscuras.

Las artes oscuras siempre estuvieron presentes en la vida de Pavel, si no era por sus antecedentes, era por su mismo progenitor. Hydrus fue quien le instruyo sobre la Necromancia, era un experto y había estado esperando el momento en que su hijo mostrara interés, iba a lamentar que decidiera por las habilidades básicas y sosas. Lo aprendió a sus quince años, la domina bien, más no se considera un consagrado ante la Necromancia como su padre, hasta la fecha Pavel se encuentra estudiando la habilidad, siente que nunca está demás.

Desde que se graduo de Hogwarts, el joven Malfoy por curiosidad decidió entrar a trabajar a la tienda de Artículos de Quidditch Spintwitches, mientras que se entrena con el equipo de Montrose Magpies.

Padre: Hydrus Malfoy
Madre: Lacerta Malfoy
Hermanos Menores: Corvus y Hydra Malfoy


27 centímetros, madera de Olmo, Cabello de Unicornio, Rígida.
La soledad.
Pantera negra.
Es una persona ambiciosa, siempre ha vivido con comodidades y no piensa renunciar a ellos, Pavel es un chico con planes a futuro.
Orgulloso, meticuloso y sobretodo tiene mucha labia con la gente, es alguien que gracias a Merlin, posee muchos dotes. No es alguien realmente frió ante sus relativos, al contrario. Le gusta pasar el tiempo con ellos y lo demuestra cada vez que los ve.
Domina a la perfección el Francés e Italiano, le gusta aprender de todo, aunque no lo parezca.
Su postre favorito es el Pay de Limón y el pastel de almendras.